22 julio 2008

Napoleon y España: Cuando no se aprende la lección

He estado revisando últimamente mis libros sobre Napoleón y he encontrado un detalle curioso que no se porque antes no había notado. Es bastante curioso que un genio de la talla de Napoleón no haya recordado su propias palabras y haber cometido el mismo error que el descubrió. Al mejor cazador se le escapa la presa, dicen.



1807. Un rígido bloqueo continental impulsado por la Francia bonapartista se ha levantado contra Inglaterra. Portugal, agazapado detrás de la península ibérica, se rebela y manifiesta su intención de seguir colaborando con Inglaterra. Inmediatamente Napoleón destrona a la reinante casa de Braganza y envía a Lisboa a Junot, su asistente personal, que ingresa a la ciudad en el mismo instante en que los Braganza huyen al Brasil.

España esta presa de intrigas dinásticas. Fernando VII depone a su padre y Napoleón piensa que los españoles, ante semejante embrollo, aceptarán de buena gana un rey elegido por él. Finalmente su hermano José es el elegido, mientras el rey y su depuesto padre son atraídos a Bayona y hechos prisioneros.

Fue una mala jugada y un grave error. Esta vez Napoleón se equivoca por completo. Él, que tantas cosas sabe, lo ignora todo sobre España. Cree que los españoles se alegrarán de verse librados de un soberano ridículo, de unos frailes lunáticos y de una nobleza codiciosa. Pero se encuentra con un pueblo religioso y por supuesto patriota, que no teme morir ni matar, y para el que el honor lo es todo. José, abandonado a sus propias fuerzas, está a punto de sucumbir: "Hacen falta muchos medios para someter a España... este país y este pueblo no se parecen a ningún otro. No hay un solo español para defender mi causa." José no mentía. España lo rechaza como un cuerpo extraño. Los sacerdotes y los patriotas organizan guerrillas, extrañas para los Bonaparte. La guerra es encarnizada. De pronto, en 1808, ocurre el desastre: el general Dupont, con veinte mil soldados, capitula frente a los guerrilleros (en realidad, frente al reorganizado ejercito hispano) en Bailén.

La furia de Napoleón es inmensa, casi igual cuando se enteró del desastre de Trafalgar. Para arreglar la situación decide cubrirse las espaldas, conferenciar con el zar Alejandro I y preparar una invasión a España. Movimiento de suma urgencia ya que los ingleses ya desembracan en la península ibérica siguiendo un plan establecido. Pero el emperador aún tiene su buena estrella. A fines de 1808 se dirige a España con ciento ochenta mil hombres, entre reclutas y veteranos. Los patriotas españoles no tienen nada que hacer. Napleón entra en Madrid, repone a su hermano, suprime la Inquisición, los derechos feudales, cierra conventos y piensa que con esas medidas se ganó el cariño de las masas. Lo que funcionó en Francia no habría de funcionar en España. Una vez mas demuestra desconocer ese país indomable y la unanimidad exultante de su carácter rebelde. Sus generales Soult y Jannes se ven envueltos en una guerra atroz, con emboscadas en las sierras y revueltas callejeras en las ciudades.

La ocupación no duraría mucho más. Rusia era mas importante que España. Y la derrota en ambos lugares empezaría a derrumbar aquella gran Europa Imperial que Napoleón había construido como un castillo de naipes. El error en Rusia fue la confianza en una victoria decisiva y rápida. En subestimar al general Invierno. Pero, ¿Cuál fue el error en España?. Napoleón ya lo sabía. Él lo había vivido años antes.

1794. Guerra en los Pirineos. Su origen está en la ejecución de Luis XVI. En 1792 las tropas francesas habían derrotado, contra todo pronóstico, a los prusianos en Valmy y a los austríacos en Jemappes. Los revolucionarios se sintieron entonces lo bastante fuertes como para condenar a muerte al Rey, esto provocó la formación de una coalición antifrancesa: a Austria y Prusia se les unieron Gran Bretaña, Holanda, Piamonte y Nápoles. España no se sumó a la Coalición porque Godoy prefería esperar a que los coligados debilitaran a Francia para entrar en el conflicto. Pero la Convención no le dio esa oportunidad, el 7 de marzo de 1793 declaró la guerra a España con la excusa de un supuesto tratado secreto hispano-británico. Lo cierto es que Francia no necesitaba excusas, se sentía llamada a extender la Revolución por toda Europa y crear un mundo nuevo. Además un golpe de mano en España era un golpe de muerte para los Borbones y para todo aquél monárquico que esperaba su restauración.

Simplificando, las tropas españolas tomarían la iniciativa, invadirían una Francia acosada por las potencias extranjeras. Los hispanos penetrarían por los Pirineos y buscarían unirse a sus compatriotas y a los ingleses que habían desembarcado en Tolón. Pero la Francia revolucionaria era muy fuerte, al son de la Marsellesa se sucedían las victorias francesas en todos los frentes: habían derrotado a ingleses y holandeses en Hondschoote, a los austriacos en Watignies, a los prusianos en Geisberg, habían reconquistado Tolón, donde se lució Napoleón, forzando la evacuación de las tropas desembarcadas, y habían sometido las rebeliones monárquicas de Lyon y la Vendeé.

De la mano del general Dugommier, el vencedor de Tolón, los victoriosos ejércitos revolucionarios literalmente arrollaron a la invasión española. Tanto así que no pasó mucho tiempo para que cruzaran la frontera y pusieron pie en España. Pero se encuentran en Cataluña con el mismo problema que en Navarra y los Pririneos, una feroz actividad guerrillera. Aunque el ejército regular español está casi desintegrado en Cataluña, cincuenta y cinco poblaciones catalanas levantan en armas 18.000 campesinos y se dedican a hostigar sin descanso al invasor. La Guerra de los Pirineos fue un ensayo de lo que iba a ser la Guerra de la Independencia, fue el aprendizaje de la auto-organización, de la resistencia local y de la lucha de guerrillas.

Una guerra de ocupación en España es inviable porque provocaría un levantamiento popular”.

Eso escribió un general francés en 1794, en lo más duro de la Guerra de los Pirineos, cuando los franceses habían ocupado parte de Cataluña y del País Vasco pero se enfrentaban allí a la resistencia feroz de las guerrillas españolas. Quien lo escribió era el general más joven del Ejército Francés, tenía sólo 25 años y se llamaba Napoleón Bonaparte. Quince años después lo había olvidado e hizo realidad su propia profecía.

Fuentes: El Gran Capitán, La Guerra de los Pirineos. André Maurois, Napoleón.

5 comentarios:

  1. Muy bien artículo, y con un detalle sobre Napoleón que desconocía.

    Pero un matiz, en Bailen Dupont no fue derrotado por guerrilleros, si no por el ejercito regular; de hecho esa fue la importancia de Bailen, ya que fue la primera vez que en una batalla fueron derrotadas las tropas napoleonicas por otro ejercito regular.

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  2. Hola Brawl, gracias por la corrección. Y como bien dices de eso se trato la importancia de Bailén. Ya esta corregido, espero que así quede mejor.

    Saludos.

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  3. A ver entonces en España libertad, igualdad y fraternidad no, fragelacion, superticion y fanatismo religiosos sì, a como detesto que eso hallan heredado los españoles a las colonias americanas!!!

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  4. A ver entonces en España libertad, igualdad y fraternidad no, fragelacion, superticion y fanatismo religiosos sì, a como detesto que eso hallan heredado los españoles a las colonias americanas!!!

    22 de diciembre de 2008 16:14


    Pues verás, España fue un gran imperio haciendo como todos los demás imperios, verdaderas masacres, es así como se somete a los paises. Pero eso fue hace cientos de años.
    Yo respondo de lo que haga mi hijo, pero no de lo que hizo mi tataratataratataratatara...buelo.
    Esa forma de pensar es la que no deja que la paz llegue a Palestina, solo que ellos vengan a familiares que han visto morir (un lado muchísimo más que el otro, pero los dos al fin y al cabo).
    Cuando miramos atrás debería ser para aprender a no cometer los mismos errores, no para que se derrame más sangre sea de quien sea.
    Menos rencor y más amor en el mundo.

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