20 enero 2009

Yungay, el ocaso de la Confederacion

Bueno, casi se me olvida la fecha, hoy se conmemora un año mas de la caída de uno de los pocos proyectos de integracion sudamericana. Derrotada la Republica Federal Centroamericana de Mozarán por los impacables intereses anglosajones del norte. Desmembrada la Gran Colombia de Bolivar por fracciones internas y egoismo individual. Y finalmente la destrucción de la Confederación Peruano-Boliviana en los campos de Yungay por el fraccionamiento y las eternas peleas de un Norte temeroso de perder su poder y un Sur con ganas de reunificarse, unido a la envidia, la tensión y el miedo entre sus vecinos.

Hace un año ya postee algo al respecto de éste dia:
http://arqueohistoria.blogspot.com/2008/01/la-batalla-de-yungay.html

Ahí hay pequeños extractos de un articulo que publique en su dia en un foro de historia militar:
http://www.elgrancapitan.org/portal/index.php/articulos/historia-militar/903-la-batalla-de-yungay

Reservaré este espacio para el busto del Mariscal Santa Cruz


06 enero 2009

La leyenda de Von Lettow y los askaris alemanes (II)

Continuación del artículo: "La leyenda de Von Lettow y los askaris alemanes" de "Harry Flashman" del foro El Gran Capitan (ver link al final del post). Para leer el comienzo del artículo haga click aquí.

IV. La batalla de Tanga.



Tan pronto como empezó la contienda en Europa, Von Lettow tuvo que acantonar a sus askaris en diversas zonas de las fronteras para prevenir infiltraciones británicas y belgas una vez que, como queda dicho, los aliados se negaron a declarar neutrales los territorios africanos contribuyendo, de este modo, a extender un poco más la destrucción bélica, si bien tenían la buena razón de ambicionar la posesión de Dahomey, Camerún y Tanganika.

En el caso que nos ocupa, Londres dispuso que una fuerza expedicionaria al mando del general Edward Aitken partiera de la India para atacar Tanganika. Se dispuso que el desembarco tendría lugar al norte de Dar es Salaam, en una ciudad que ha dado nombre a una de las más importantes contribuciones del siglo XX a la felicidad de la humanidad: Tanga.

La operación era sencilla: ocho mil hombres entre oficiales británicos y soldados indios y gurkhas –la doctrina militar británica no era muy favorable al uso de soldados africanos, al los que consideraban poco capaces pese a los problemas que les habían dado los zulúes en Sudáfrica. Los indios, en cambio, estaban mucho más contrastados-, para enfrentarse a la menguada tropa de Von Lettow, que como hemos dicho había tenido que enviar diversos contingentes de su fuerza a zonas fronterizas, en especial al Kilimanjaro.

Los británicos, sin embargo, no contaban con tres factores: la pericia del desconocido Von Lettow-Vorbeck, el valor de sus tropas y la incompetencia de Aitken, perteneciente a esa especie de generales ingleses que causaron a su ejército más pérdidas que el enemigo. Los barcos ingleses llegaron frente a Tanga en 2 de noviembre de 1914 y desembarcaron a sus primeros hombres, que fueron recibidos a tiros por los askaris. Sin embargo, dado que sus fuerzas eran escasas y los atacantes estaban protegidos por la artillería naval, se retiraron y durante dos días Aitken desembarcó su material.

Lettow, sin embargo, se había apresurado en llegar, acompañado de los pocos askaris que pudo retirar del norte y el Kilimanjaro. Él mismo, en bicicleta y con el rostro ennegrecido, entró en Tanga acercándose sin problemas a las líneas británicas. Comprobó que los suyos estaban en inferioridad numérica de cuatro a uno.

El 6 de noviembre, los británicos comenzaron su avance hacia Tanga. Los askaris, parapetados en las hierbas altas y maizales del camino, disparaban a placer contra ellos pero Aitken dio orden de no romper la formación. Llegaron a Tanga con graves pérdidas, conquistaron los edificios principales y Aitken dio una orden clave: ordenó preparar el champán.

En ese momento, los askaris salieron de los maizales gritando, disparando y finalmente cargando a la bayoneta contra los indios y gurkhas, que les seguían superando enormemente en número. Sorprendidos, huyeron en desbandada hacia las playas mientras Aitken, temiendo un segundo ataque con 'las reservas', les siguió sin saber que en aquel ataque suicida habían participado todos los askaris y oficiales con los que contaba Von Lettow. Perseguidos por los insultos de los askaris ('insectos' les llamaban, un grave insulto en swahili) se refugiaron de nuevo bajo el tiro de la artillería naval.

Los askaris tomaron posiciones para mantenerlos en la playa bajo el fuego de sus fusiles y ametralladoras, de tal forma que al día siguiente Aitken tuvo que ordenar el reembarque urgentemente. Había perdido trescientos hombres entre muertos y heridos, dejaba cuatrocientos prisioneros y, lo más importante, todo el material desembarcado: un millar de fusiles, dieciséis ametralladoras, medio millón de cartuchos, teléfonos de campaña y equipos de comunicaciones y gran cantidad de uniformes. Von Lettow ya tenía material para librar su guerra.

En cuanto a Aitken, fue degradado. Dicen quienes le conocieron que bastaba que oyera el nombre de Von Lettow para sumirse en la depresión. No sería el único. Poco después, cuando los británicos suponían a Von Lettow aún en Tanga (es decir, en la costa ), otra tropa británica atacó por la zona del Kilimanjaro... para encontrarse que los askaris se habían desplazado con una tremenda rapidez, y fueron igualmente rechazados. En 18 de enero de 1915, en Jassin, los aliados decidieron posponer sus planes para la conquista de Tanganika en favor de objetivos más asequibles.

V. El ejército fantasma

Una vez conquistadas todas las colonias alemanas de Africa (Namibia, Camerún,. Togo…), volvieron de nuevo su vista hacia el Oriente. En 1916, los británicos planificaron una operación a gran escala para expulsar a Von Lettow, sabedores además de que de este modo podrían enviar una gran cantidad de recursos a la guerra europea. Un ataque combinado de británicos, belgas, franceses, sudafricanos y después de que entraran en guerra, portugueses, entraría en Tanganika desde todas partes. Lettow, a todo esto, no había podido recibir suministros desde el Reich, de tal forma que se había dedicado a seguir preparando a sus askaris, aunque no sumaban más allá de diez mil. Enfrentados ambos ejércitos finalmente en Jassin, donde a pesar de la victoria había tenido muchas pérdidas irreemplazables, Von Lettow se había convencido de que no podía soportar una campaña convencional, con lo que había decidido pasar a la guerrilla cuando se viera acosado.

Durante dos años, Von Lettow y sus askaris fueron la pesadilla del sudafricano general Smuts. Poco a poco, fueron cayendo en manos aliadas Tanga, la región del Kilimanjaro y el lago Victoria, Bagamoyo y Dar es Salaam. En todos los casos, sin apenas resistencia.

Von Lettow había desaparecido. Sus askaris vagaban por la sabana, apareciendo en el lugar más inesperado, desplazándose con enorme rapidez y tomando del enemigo todos sus suministros. Lettow sabía que su única esperanza era mantener en Africa un número importante de enemigos, evitando que pasaran a los campos de batalla europeos y consiguió que Smuts tuviera a su cargo a trescientos mil para cazar a los diez mil askaris con los que llegó a contar.

No lo consiguieron. Contra él lucharon cientro treinta generales. Causó al enemigo muchísimas veces más bajas que las que sus fuerzas sufrieron pero, al no tratarse de una guerra especialmente cruenta, lo más importante fueron las ingentes pérdidas de material que causó a los aliados. Aparte de lo que destruía, sus tropas estaban equipadas con material tomado al enemigo con una excepción importante: cuando el crucero alemán Königsberg, destinado a la lucha en corso en el Indico, se vio acosado por la Royal Navy en el río Rufigi en 1916, sus hombres evitaron su completa destrucción recuperando sus cañones, para los que construyeron cureñas y usaron como artillería de tierra. En 1915, por cierto, los británicos ocuparon la isla de Mafia, frente a la costa, para dar cobertura a los barcos que cazarían al Konisgberg. Para el desembarco precisaron no menos de seis compañías (aprox. 250 hombres) contra una defensa de veinte askaris y dos oficiales alemanes.

Las tropas aliadas pensaban que sus askaris estaban protegidas por un algún tipo de hechizo. Cuando Smuts tomaba Dar es Salaam, los askaris amenazaban Nairobi. Cuando se les buscaba en el interior de Kenia, aparecían en Mozambique. Cruzaban a pie los desiertos y bebían orina cuando escaseaba el agua. Cazaban su comida y comieron carne de hipopótamo, serpiente y modo y cuando se acabaron las medicinas 'europeas' recurrieron a la tradicional africana, además de arreglar sus ya maltrechos uniformes con lo que encontraban a mano. Y sin embargo, las poblaciones nativas, que preferían el dominio alemán al británico, no apoyaron al invasor ni desertó un solo askari.

Aquella guerra, además, era 'caballerosa'. No hubo bombardeos, ni trincheras ni gases axfisiantes. Tras los asaltos a tiros y bayonetazos, no había ensañamiento con el enemigo derrotado. Los prisioneros aliados eran liberados bajo palabra de no volver a combatir. Cuando Von Lettow fue condecorado con la Cruz de Hierro con las máximas distinciones la noticia le llegó con un emisario de Smuts, que le transmitió su felicitación. Se dice que en varias ocasiones se concertaron conferencias entre mandos de ambos bandos, pero quizá no sea más que una leyenda porque no hay referencias claras de lugar y fecha.

En octubre de 1917 los aliados consiguieron por fin localizar a los askaris y obligarlos a una batalla convencional. Se enfrentaron en el paraje de Mahiwa, sufriendo los askaris un centenar de bajas. Los aliados perdieron a 1.600 hombres y tuvieron que dejar escapar de nuevo a los ‘alemanes’.

El 9 de noviembre de 1918, los askaris alcanzaban la ciudad de Kasama, en Zimbabue y el 13 completaban su conquista. Dos días antes, Alemania se rendía en Europa. Le llegaron noticias del armisticio, pero no estuvo seguro hasta que capturó a un mensajero aliado que llevaba noticias que lo confirmaban. Von Lettow dio a cada uno de sus hombres un certificado que avalaba su pertenencia al ejército alemán (esto tendría su importancia), los licenció y mandó emisarios al enemigo que había puesto en fuga, anunciando su disposición a rendirse.

Cuentan testigos que el general sudafricano Van Deventer, que recibió la rendición en Abercom (Zimbabue), parecía bastante incómodo. Von Lettow se constituyó prisionero con 155 de los 218 oficiales que habían iniciado la guerra (sus askaris sufrieron también pocas bajas, aunque no se pudo comprobar al haberlos dispersado) y entregó treinta ametralladoras británicas, miles de fusiles belgas y británicos, una batería antiaérea portuguesa, varios obuses y morteros belgas y cientos de cajas de munición aliadas. De su armamento original quedaban siete ametralladoras y algunos fusiles. Todas sus tropas, además, estaban vestidas con uniformes enemigos modificados.

VI. Derrota, gloria y abandono.

Von Lettow-Vorbeck fue liberado y volvió a Alemania con sus oficiales. Su trayecto hasta Dar es Salaam fue un paseo triunfal, jaleado por multitudes de colonos alemanes pero también de nativos que lo consideraban un héroe legendario que había conducido a sus guerreros a la victoria. En Alemania desfiló con sus oficiales por la Unter den Linden como el único general victorioso e invicto de la guerra y después abandonó el ejército estableciéndose en Hamburgo.



El turbulento panorama político de la República de Weimar también le arrastró en su torbellino. Conservador convencido, cuando se produjo la insurreción comunista de los espartaquistas se puso al frente de los Freikorps paramilitares de ultraderecha en Hamburgo y dirigió la represión de la sublevación. Hay que decir que con bastantes muertos. Parece ser que también apoyó el ‘putsch Kapp’, también de extrema derecha contra el gobierno de Baviera, por lo que tuvo que dejar el ejército. En ese intento de golpe de estado participaron personajes que luego intervendrían en el posterior de Hitler, y bastantes miembros de lo que luego serían las SA.

Sin embargo, Von Lettow no simpatizó con el nazismo (posiblemente porque sus vivencias africanas le hubieran hecho inmune a las proclamas racistas de Hitler) y formó un partido conservador que trató de oponerse al totalitarismo nacionalsocialista, siendo diputado en el Reichstag. Cuando este llegó al poder se retiró de la vida política.

Hitler, no obstante, trató de captarle para su movimiento y le ofreció el apetitoso puesto de embajador en Gran Bretaña. Cuenta algún biógrafo que mandó a Hitler, literalmente, a la mierda. El Führer montó en cólera pero no se atrevió a proceder contra aquel héroe popular. Se le dio un rango militar honorífico y se le olvidó.

Uno de sus oficiales, Theodore Von Hippel, se mantuvo en activo en la Reichswehr y, de acuerdo a lo aprendido en Africa, impulsó la doctrina de las operaciones especiales en el ejército alemán. Se le recuerda como creador de los Comandos de Brandeburgo. Su cuerpo no gozaba de demasiada popularidad entre los altos jerarcas del partido porque no excluía a los no arios, pese a ser una unidad de élite. Más bien los prefería cuando se trataba de realizar acciones contra enemigos que no lo eran.

Von Lettow-Vorbeck pasó la Segunda Guerra Mundial en el ostracismo, en Hamburgo, bajo los bombardeos. Dos de sus hijos murieron en el frente y al acabar la contienda estaba en la indigencia (tenía, recordemos, setenta y cinco años). La salvación le vino, increíble para los usos y costumbres del siglo XX, de sus antiguos enemigos, los británicos, pues su viejo y caballeroso rival, Jan Smuts, consiguó una pensión británica para él.

VII. La vuelta a Africa

Von Lettow volvió a Africa en 1953, invitado de nuevo por Smuts. En su camino a Ciudad del Cabo quiso pasar por última vez por Dar es Salaam, donde el gobierno colonial iba a recibirle con los máximos honores.

El día de la llegada de von Lettow los británicos repararon en un grupo de ancianos situados en la primera fila del público. Eran apenas una docena, pero cuando el viejo general pisaba de nuevo la tierra de Tanganika, rompieron la barrera de protección, se plantaron ante él y se hincaron de rodillas antes de ponerse en pie y saludar militarmente. Eran supervivientes de la Schutztruppe, y que de ese modo volvían a cumplir la promesa de estar siempre junto a su general como estipulaba su himno, 'Haya Safari', cuya letra cantaban oficiales y soldados en swahili. Von Lettow los abrazó y luego desfilaron por el muelle cantando 'Haya Safari'. Fueron su guardia de honor durante toda su visita.

Von Lettow murió, casi centenario, en 1964, después de conseguir que el Bundestag aprobase por fin pagar los sueldos y pensiones atrasadas a sus soldados. A tal fin se desplazó una delegación alemana provista de fondos a la ahora independiente Tanzania y dado que ni ellos ni el estado sabían muy bien como articular el cobro, convocaron mediante anuncios a todos los supervivientes.

El día del cobro se presentaron unos trescientos ancianos, pero muy pocos conservaban el documento que les extendió Von Lettow. Como a la minuciosidad alemana repugnaba tanto que alguien que mereciera la pensión quedase sin ella como que la cobrase algún intruso, pensaron en un medio de control.

Un funcionario alemán una feliz idea. Entregó a cada anciano un bastón y, seguidamente, les ordenó en alemán formar, presentar armas, marchar, apuntar... Ni uno solo había olvidado la instrucción recibida cincuenta años atrás y ningún intruso había osado hacerse pasar por uno de aquellos que seguían siendo reverenciados como héroes. Las pensiones fueron pagadas (una auténtica fortuna para cada uno) y Lettow pudo, por fin, cumplir su última deuda con sus soldados.

Se dice que hasta hace algunos años aún podía encontrarse en Tanzania a algún anciano que se presentaba orgullosamente diciendo: 'Mimi ni askari mdaichi'.Es decir: 'Soy un soldado alemán'.

Fuente: "La leyenda de Von Lettow y los askaris" - El Gran Capitán.

04 enero 2009

La leyenda de Von Lettow y los askaris alemanes

Hace mucho tiempo ya que quería rendirle un pequeño tributo a un artículo que el compañero "Harry Flashman"  (ver link al final del post) escribió hace mucho en el gran portal de Historia Militar, El Gran Capitán. Es un gran artículo y probablemente me tome mas de una entrada publicarlo todo, pero valdrá la pena.

El África Oriental Alemana fue un frente secundario en la Gran Guerra. El coronel y luego general Paul-Emil Von Lettow-Vorbeck, un jefe militar casi desconocido por el gran público. Los askaris zulúes, poco más de diez mil. Pero todos juntos protagonizaron una de las más fascinantes hazañas militares de todos los tiempos. Que se sepa, ningún otro ejército vencedor ha convocado nunca al derrotado para rendirse a él con armas y bagajes. La última 'guerra de caballeros' se libró en el África de las grandes extensiones, la naturaleza majestuosa y salvaje, los nativos misteriosos y la eterna fascinación que ejerce sobre el hombre blanco.

I. El modelo alemán

Esta historia comienza cuando en los tiempos del reparto colonial de África Alemania llega a tiempo de hacerse con las últimas migajas: como territorios principales se quedan con Camerún y Tanganika, la actual Tanzania (nombre que simboliza la unión entre Zanzíbar y Tanganika), donde años más tarde tendría lugar la historia de Von Lettow y sus soldados, que durante la I Guerra Mundial derrotarían en toda la línea a los aliados, de tal forma que al producirse la rendición alemana en Europa se dio en África el extraño caso de que el ejército que nunca fue vencido se rindiera al ejército que nunca había ganado.

La colonización alemana tenía un problema añadido al de las resistencias nativas: La región era una base fundamental de los traficantes de esclavos árabes, que cazaban allí a sus víctimas o las compraban a sus soberanos en la zona o en la próxima Uganda. La llegada de los alemanes y su Compañía comercial supuso para ellos un duro golpe, de tal forma que comenzaron a movilizar a todos los soberanos musulmanes de la zona. El rey Bushuri y otros juraron ante el Corán echar al mar a los europeos y llegaron a las proximidades de Dar es Salaam. Hubo víctimas europeas y Bismarck convocó a su despacho al comandante Von Wissman y le dio una sola orden: "Vaya a Africa y aplaste a quien se resista". El sultán no se resistió después de que cinco buques de guerra alemanes colocasen su palacio bajo el tiro de sus cañones el 7 de agosto de 1885.

Von Wissman formó en Dar es Salaam una tropa formada por sesenta oficiales alemanes y dos mil soldados nativos, la mayoría sudaneses (acto de inteligencia, dado que sus enemigos eran de etnia zulú, y de este modo podía aprovechar las rivalidades locales. Igual hizo Cortés en México. Sólo ahora, en la hermana república, se comienza a reconocer que a los aztecas no les derrotaron doscientos españoles, sino doscientos españoles y doscientos mil toltecas y demás pueblos oprimidos por los aztecas, pero no divaguemos...). El rey Bushuri acabó ahorcado.

Cuando los alemanes llegaron al interior los wahehe, zulúes, se sublevaron. En un grave error de cálculo, los alemanes destacaron a trescientos soldados al mando de varios oficiales germanos, que en Iringa vivieron su Little Big Horn: murieron todos tras haber agotado sus municiones....

Las rebeliones fueron intermitentes hasta que en 1905 estalló la revuelta general de los maji-maji. Exasperados por el trabajo forzado, la rapacidad de los funcionarios y la brutalidad de capataces y militares blancos, el sur de Tanganika se sublevó. Los rebeldes tomaban una mezcla milagrosa formada por agua, aceite de ricino, agua, maiz y pólvora que, según sus hechiceros, hacía disolverse las balas al entrar en el cuerpo, y en la que no perdieron la fe aún comprobando que no siempre funcionaba. La revuelta se extendió y murieron bastantes alemanes, incluidos altos militares y misioneros, incluido el obispo de Tanganika.

El ejército alemán respondió con su eficiencia y minuciosidad. Reclutó soldados locales de tribus diferentes a las sublevadas, se contrató a los acreditados mercenarios sudaneses y se trajeron tropas de Melanesia y Papúa. Con minuciosidad, fueron aniquilando aldeas rebeldes, devastando las tierras y ejecutando a cuantos nativos sospechosos caían en sus manos. En total, cuando la revuelta maji-maji fue derrotada, habían muerto más o menos 250.000 nativos. Aún hoy el sur de Tanzania es la región más pobre del país.

Sin embargo, la revuelta tuvo una inesperada consecuencia. Las brutalidades cometidas en la represión compadecieron a la opinión pública alemana, que por entonces se tenía por el pueblo más avanzado de Europa, y reclamó que a los nativos se les diese un trato humanitario en consonancia con la 'kultur' alemana. La consideración de los zulúes para los militares, paralelamente, creció enormemente al convencerles la dura resistencia que habían mostrado que ante ellos tenían gente de valor. Así, de acuerdo a la impecable lógica germana, la administración colonial cambió de signo hasta tal punto que en torno a 1910 la población del Africa Oriental Alemana era la mejor tratada por sus amos europeos (el concepto de derechos humanos para los africanos aún no había llegado), habiendo alcanzado unos aceptables niveles de desarrollo. Esto tendría su importancia porque en 1914, porque los nativos se mantendrían leales a los alemanes.

II. Guerra en el Paraíso.

Decimos que tras las matanzas de la revuelta de los maji-maji Tanganika se convirtió en un modelo de administración colonial. El parlamento alemán retiró a los militares la administración de la colonia y puso a civiles al frente de la misma. Albertch Von Rechenburg y Bernard Dernberg abolieron parcialmente la esclavitud y el trabajo forzado, pugnaron por extender la educación y un sistema sanitario avanzado, mostrándose también respetuosos con los derechos de los nativos. No se abolió totalmente la esclavitud, pero sí se prohibieron los malos tratos, el tráfico y compra de nuevos esclavos, y se decretó la libertad para todos los hijos de esclavos nacidos después de 1906. El desarrollo económico de la colonia creció enormemente, así como el nivel de vida de los nativos.

Ambos legisladores fueron cesados por presiones de los colonos más radicales, pero la administración germana siguió en esta línea, de tal forma que en 1914 queda dicho que la situación en la Tanganika alemana era lo más parecido al 'sueño de Africa' que imaginarse pueda, y por supuesto mucho mejor que la de las colonias británicas, francesas y belgas. Cien mil niños nativos recibían educación primaria en swahili y secundaria y profesional en alemán. Incluso se promovía la emigración a Alemania.

Así, cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, británicos sobre todo y belgas contaron entre sus planes la conquista de Tanganika. Los alemanes propusieron que Africa fuera zona neutral pero los aliados no quisieron. Sin embargo, previendo los sucesos, el alto mando alemán reorganizó sus tropas en la zona poniendo al frente al coronel Paul Emil von Lettow-Vorbeck, de 44 años, veterano de la lucha contra los boxers en China y de luchas coloniales en Namibia, donde colaboró e hizo amistad con quien luego sería su gran rival, Jan Smuts, y que llegó a Tanganika precisamente en un barco inglés pocas semanas antes del inicio de la guerra. A su cargo estaría la fuerza llamada, con poca originalidad, Deutsche-Afrika Schutztruppe.



La Sturmptruppe Deutsche Ostafrika estaba formada en su inicio por unos dos mil ochocientos soldados y suboficiales nativos y unos doscientos oficiales alemanes. Los nativos recibían el nombre de askari (soldado, en swahili). En principio eran sudaneses y luego también zulúes enrolados en la misma Tanganika, y muchos de ellos supervivientes de las guerras contra los mismos alemanes. A medida que la guerra se extendió, la fuerza de Von Lettow fue creciendo y en ella se integraron casi todas las etnias de la zona, que unieron a la belicosidad africana el entrenamiento y precisión germana, impartida por los oficiales alemanes. Todos ellos eran oficiales de carrera que habían pedido voluntariamente el destino africano, en el que debían servir dos años y medio por doble paga que en Europa. Pese a haber estudiado las tácticas de Clausewitz, Moltke y otros, aprendieron de sus soldados y adversarios la forma de pelear en selvas y sabanas.

Von Lettow no hizo sino apoyar y acentuar las características germano-africanas de su pequeño ejército. Los oficiales alemanes enseñaron a los askaris a no separarse nunca de su fusil (al que llamaban 'bibi' o esposa) las órdenes se daban en alemán y las explicaciones en swahili. Los soldados tenían el único deber de estar listos para el combate, y podían contratar criados para el resto de tareas. Su uniforme, que debía estar germánicamente impoluto en todo momento, era caqui, con quepis y pañuelo para protegerse del sol, al estilo de la Legión Extranjera. Se fomentaba entre ellos el espíritu del soldado de élite y hay que señalar cuando se trataba de reprimir revueltas, eran más temidos ellos que sus oficiales alemanes, que debían ocuparse de impedir que cometieran excesos. Sus armas eran el mauser, algunas ametralladoras y pequeños cañones.

La disciplina, evidentemente tratándose de alemanes de 1914, era estricta. Entre algunas normas señalar que las ametralladoras debían estar siempre montadas. La munición debía ir siempre con la tropa y nunca con porteadores alejados de ella. Nunca debía acamparse en zonas de hierbas alta o con escasa visibilidad. No se debía abandonar al grupo para perseguir al enemigo. No se permitía el pillaje. Nunca se debía dispersar excesivamente la fuerza y los porteadores debían ser advertidos que en caso de combate tenían que permanecer junto a los combatientes, pues los que huyeran serian abatidos para impedir que hablasen. En cuanto a los propios askaris, se confiaba en que nunca revelarían nada al enemigo.

Von Lettow organizó a sus tropas en unidades autosuficientes e independientes previendo una guerra de guerrillas. Cada una contaba con ocho oficiales, doscientos askaris, dos equipos de ametralladoras, porteadores y ocasionales irregulares, que debían transportar medicnas, alimentos, munición y lanchas desmontables. Cuando se acababan los alimentos, se tomaban al enemigo, se requisaba en las aldeas sin asolarlas pues no se sabía si se habría de volver, o se cazaba. En cuanto a la medicina, se usaba tanto la europea como la africana.

Para leer el desenlace de este artículo haga click aquí.

Fuente: "La leyenda de von Lettow y los askaris" - El Gran Capitán.

02 enero 2009

Dios bendiga a America

La historia que nos trae aca hoy viene de ésta frase: "Dios bendiga a América". Obviamente hace referencia a los EE. UU. y a uno de los episodios más humillantes de su historia.

Sucede en tiempos de la guerra anglo-estadounidense de 1812, el presidente James Madison y los "halcones"(politocos extremistas) de esa época, decidieron emprender una guerra contra Gran Bretaña debido a la presion que ésta ejercía contra EE. UU. por el comercio naval, era común que los buques norteamericanos fueran interceptados en alta mar y se les requisara parte de la tripulación para servir en los buques de su majestad. Por otro lado, habia un bloqueo naval de hecho contra Francia y sus aliados, si un buque norteamericano era sospechoso de haber estado en un puerto francés o aliado de Francia, igualmente era requisado. 

Asi pues, Madison y sus halcones decidieron emprender 2 esquemas: por una parte, reforzar la naciente flota norteamericana y proteger sus barcos. Por otro lado, lanzar una audaz campaña contra las posiciones británicas en Canadá.

Más el plan de ataque contra el Cánada no resultó como ellos esperaban (y eso que desataron el infierno sobre York -actual Toronto- haciendola arder hasta sus cimientos) y, cerca de las cataratas del Niágara, los norteamericanos sufrieron una derrota espantosa, perdiendo más de 10,000 hombres.

Durante la guerra de 1812 contra los EEUU, los ingleses establecieron un ferreo bloqueo naval sobre la bahia de Chesapeake. El mando correspondía al contralmirante Cockburn, habilitado como almirante, un hombre colerico y encarnizado detractor de los "colonos". Por propia voluntad, en lugar de enviar a algunos de sus navios en busca de provisiones a su base de las Bermudas, formó grupos de ataque para conseguirlas en territorio enemigo. Las incursiones britanicas crecieron en intensidad, hasta el punto de que el 3 de mayo de 1813 Cockburn se envaletonó lo suficiente como para asaltar una pequeña ciudad: Havre de Grace, en Maryland. La nula resistencia americana a estas incursiones, unida a las exigencias de la opinión publica de aplicar escarmientos más intensos contra los "salvajes" animó a los miembros del almirantazgo a reforzas las fuerzas de Cockburn.

El 19 de Agosto de 1814 el Almirante Cochrane desembarcó 4.500 hombres en Maryland, en la ciudad de Benedict. Whasington se encontraba a sólo 55 km de distancia. Los casacas rojas imperiales, veteranos de Europa, no tuvieron ningún problema en aplastar una resistencia simbolica de una fuerza americana de 7.000 hombres. Desde allí, una brigada de 5.000 hombres al mando del general Ross se dispuso a tomar la joven capital. 

Sus ordenes eran destruir la mayor cantidad de edificios publicos como represalia por los destrozos e incendios indiscriminados causados por los norteamericanos en su fracasada invasión al Canadá Británico. En la capital cundió el pánico. El presidente Madison y Monroe, al igual que su gabinete perdieron la cabeza y huyeron hacia la dudosa seguridad de un campamento militar en las afueras. Solo Miss Madison mantuvo la calma y retiró las mas valiosas propiedades de la futura Casa Blanca, entre ellas el famoso retrato de Whasington que aparece con la parte inferior rasgada: Ante la precipitación del momento no hubo tiempo en retirar totalmente el marco y se arrancó la pintura sin más.

El ejemplo del presidente cundió en la ciudad, y el día 24 los hombres de Ross entraron en la ciudad indefensa con banderas desplegadas. Whasington era una capital de solo 15 años de antiguedad, edificada sobre una cienaga, y donde todo estaba todavía a medio hacer.

Tras disparar una andanada simbolica contra el Capitolio lo saquearon e incendiaron. La futura Casa Blanca, " el palacio del presidente", aún no estaba del todo edificada. Los oficiales cenaron a su gusto con la cena preparada para Madison ( lo que da idea de la rapidez con que el ejecutivo abandonó su capital) y tras amontonar los muebles incendiaron la casa con estopa sujeta a jabalinas. Los tizones que iniciaron el fuego procedian de una taberna cercana. Durante toda la noche los ingleses siguieron arrasando edificios publicos. Solo un edificio privado, las oficinas del National Intelligencer, fue destruidas por una orden de Cockburn. Respondía así a los duros ataques del periodico contra su persona.

El incendio no fué demasiado impresionante, ya que un ciclón y una lluvia torrencial lo sofocaron hacia medianoche. El propio palacio presidencial no se vió demasiado afectado, aunque fué necesario cubrirlo de cal por completo para que desapareciese el hollín del incendio. El blanco de la cal desde entonces se convertiría en el color distintivo de la residencia del jefe de estado de los EEUU: la Casa Blanca.

Los ingleses se mantuvieron sobre el terreno hasta el día siguiente a las 9 de la noche. Sólo entonces Ross ordenó la marcha de sus tropas, que no fueron en absoluto hostigadas.

Se calcula que de la fuerza de 5.000 infantes, solo unos 1.500, 2.000 todo lo más llegaron a entrar en la capital, lo que hace aún más humillante su abandono, ya que esta disponía de casi 8.000 hombres de guarnición. Las cifras aún son más asombrosas cuando se comparan los 5.000 infantes britanicos con el millón y medio de varones americanos que habitaban la zona en la que se movieron con toda tranquilidad durante varias semanas.

Aunque luego las tropas británicas fueron obligadas a retirarse y abandonar el territorio ocupado en el norte y el este de EEUU. La situación en Europa se volvia de nuevo preocupante para los ingleses y destinaron todos su recursos a terminar con Napoleón de inmediato. Se considera que la ultima batalla importante se dio en 1815 cerca de Nueva Orleans, la cual culminó en una aparatosa derrota de las fuerzas britanicas.

Finalmente se considera un empate técnico. Se firmó un tratado que dejo camino libre a los buques de EEUU a ejercer libremente el comercio, pero si los norteamericanos pretendian ejercer algun tipo de control sobre los territorios canadienses, no lo lograron.

Durante ésta guerra y luego de la invasión británica en los territorios del norte (incluida la toma e incendio de Washington) se popularizó la frase: "Dios salve a América". Frase que se convirtió en la actual: "Dios bendiga a América", tras la firma de la paz.