Pasado algún tiempo de la devolución de mas de 3 mil volumenes a la Biblioteca Nacional del Perú es momento de recordar que más fue vejado en esa ocasion.
Lugar de cita para cuantos buscaban como ilustrarse o simplemente recrearse con la lectura de la innumerable cantidad de libros impresos y de manuscritos, la Biblioteca Nacional poseia desde los más triviales y comunes hasta los más raros ejemplares, quizá dificiles de conseguir en otras bibliotecas de otros paises más adelantados que el Perú.
El general Lagos destinó el local de la biblioteca para alojamiento de uno de los mas ignorantes pabellones chilenos, pero no eran solo éstos los que contribuirian a la destrucción de todo lo que existía y pertenecía al Perú, sino hasta los más ilustrados hicieron su misma labor, y entre todos ellos y las autoridades chilenas, destruyeron en un momento la obra de cultura, de civilizacion y de porgreso hecha en muchos años de paciente y costosisima labor.
El mismo director de la nueva biblioteca de Lima, formada años despues, don Ricardo Palma, pronunció el siguiente discurso el dia de su inauguración:
Palma alude al citado general Lagos. Lynch culpa de este hecho y de otros muchos por el estilo a chilenos que no tenían carácter oficial, o que los llevaron a cabo sin autorización alguna; pero ellos no es del todo exacto. Cierto que algunos enviaron cuanto pudieron, no sólo libros, a Chile en los primeros momentos, aprovechando del desorden con que los vencedores tomaron posesión de las oficinas y edificios publicos; pero el resto, lo principal, lo más valioso, fue remitido oficialmente, ya a petición expresa del gobierno de Santiago, ya por oficiosidad del mismo Lynch.
Prueba de que gran parte de los volumenes y de los numerosos y valiosos manuscritos que la biblioteca de Lima tenía fueron enviados oficialmente, es que hoy enriquecen la biblioteca de Santiago, antes insignificante.
Pero no solo de libros se trató; el saqueo fue, lamentablemente, mucho más organizado...
Lugar de cita para cuantos buscaban como ilustrarse o simplemente recrearse con la lectura de la innumerable cantidad de libros impresos y de manuscritos, la Biblioteca Nacional poseia desde los más triviales y comunes hasta los más raros ejemplares, quizá dificiles de conseguir en otras bibliotecas de otros paises más adelantados que el Perú.
El general Lagos destinó el local de la biblioteca para alojamiento de uno de los mas ignorantes pabellones chilenos, pero no eran solo éstos los que contribuirian a la destrucción de todo lo que existía y pertenecía al Perú, sino hasta los más ilustrados hicieron su misma labor, y entre todos ellos y las autoridades chilenas, destruyeron en un momento la obra de cultura, de civilizacion y de porgreso hecha en muchos años de paciente y costosisima labor.
El mismo director de la nueva biblioteca de Lima, formada años despues, don Ricardo Palma, pronunció el siguiente discurso el dia de su inauguración:
"...Los salones sirvieron durante muchos meses de cuadras para uno de los batallones y los libros esparcidos a los cuatros vientos de la tierra, fueron transportados a Chile, o vendidos a vil precio en los bodegones... La humanidad inflexible y severa en su justicia condenará siempre al hombre que manchó sus laureles de soldado para identificarse con el tristemente famoso Amrou, general del califa Omar, incendiario de la biblioteca de Alejandría."
Palma alude al citado general Lagos. Lynch culpa de este hecho y de otros muchos por el estilo a chilenos que no tenían carácter oficial, o que los llevaron a cabo sin autorización alguna; pero ellos no es del todo exacto. Cierto que algunos enviaron cuanto pudieron, no sólo libros, a Chile en los primeros momentos, aprovechando del desorden con que los vencedores tomaron posesión de las oficinas y edificios publicos; pero el resto, lo principal, lo más valioso, fue remitido oficialmente, ya a petición expresa del gobierno de Santiago, ya por oficiosidad del mismo Lynch.
Prueba de que gran parte de los volumenes y de los numerosos y valiosos manuscritos que la biblioteca de Lima tenía fueron enviados oficialmente, es que hoy enriquecen la biblioteca de Santiago, antes insignificante.
Pero no solo de libros se trató; el saqueo fue, lamentablemente, mucho más organizado...
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