09 diciembre 2007

Un dia como hoy, Ayacucho

Un día como hoy, se selló en los campos de Ayacucho, en Perú, el destino del imperio español en América del Sur. Con la capitulación del ejercito español se consolidaron como independientes las nacientes repúblicas sudamericanas. Todo eso es historia conocida, pero ¿que tan conocida es de verdad?.



No hace mucho tiempo yo consideraba la Batalla de Ayacucho como la mayoría de la gente en Latinoamérica la considera, ni mas ni menos que como esta escrita en la historia oficial de cada país. Nada mas lejos de mi realidad actual. Una muy buena amiga mía tenía que ser la que me pusiera en camino de descubrir la verdad de los hechos, su comentario en clase sobre la probabilidad de que la mencionada batalla haya sido una farsa (por el oleo de la capitulación y los términos de la capitulación en si, bastante generosos con los realistas) me puso produjo un ímpetu revisionista con respecto a la historia oficial, que finalmente me llevaría a encontrar pruebas mas palpables que una simple pintura.

Investigando un poco pude descubrir a algunos autores que defienden la tesis de que los jefes del ejército del Rey pactaron su propia derrota con los independentistas en la batalla de Ayacucho, desde un punto de vista diferente al que inicialmente me atrajo a la investigación, pero igualmente válido y mucho más probable de ser cierto.

El 9 de diciembre de 1824, en Ayacucho, el ejército del virrey La Serna era, sobre el papel, muy superior al de Sucre. Los realistas tenían casi el doble de hombres, 9310 contra 5170, más caballería, mil monturas contra seiscientas, y una abrumadora superioridad en artillería, 14 piezas frente a una sola. Sin embargo fueron rotundamente derrotados: los independentistas sufrieron 979 bajas entre muertos y heridos y, en cambio, causaron a los realistas 2.100 bajas entre muertos y heridos, y les hicieron 2.600 prisioneros, incluyendo a todos los jefes y oficiales: 15 generales, 16 coroneles y otros 552 oficiales, junto al mismísimo virrey.

Pero no se trató de una verdadera batalla, sino de una farsa sangrienta pactada de antemano.
Estos militares españoles eran liberales, no se identificaban con la monarquía absolutista que habían reinstaurado los cien mil hijos de San Luis. Además sabían que la causa realista estaba perdida en América. No recibían refuerzos desde hacía cuatro años, y su ejército se componía en un 95% de reclutas peruanos sin ninguna motivación para luchar por el Rey.

Los militares españoles en Ayacucho hubieran referido rendirse y no derramar una gota más de sangre por causa de un rey felón y tiránico. Una causa que, además, sabían perdida de antemano. Pero si se hubieran rendido no hubieran podido regresar a España, se les habría juzgado por traición y cobardía ante el enemigo. Por eso simularon plantar batalla, dejaron que algunos de aquellos desdichados peruanos murieran en una farsa sangrienta y después, con la coartada asegurada, se rindieron sin mayor dificultad.

El día de la batalla, a las nueve de la mañana, una hora y media antes de que comenzara la lucha, el general realista Juan Antonio Monet, liberal, acudió al campamento independentista y se reunió con varios jefes rebeldes. Después regresó al campamento realista. ¿Qué trataron en aquella reunión? La versión oficial es que Monet fue a proponerles la paz, pero como los rebeldes pusieron como condición la independencia no hubo acuerdo. La versión revisionista es que Monet fue a ofrecer la rendición de los realistas pero, eso sí, tras un simulacro de batalla.

Uno de esos indicios es que los términos de capitulación fueron extraordinariamente generosos con los oficiales realistas: se garantizaba su seguridad, se les pondría en libertad y si querían unirse al ejército peruano conservarían su rango y su salario.

Por otra parte, los oficiales españoles, a su regreso a Europa, no recibieron de Fernando VII ningún nombramiento ni alto cargo, desconfiaba de ellos por liberales. El general Monet, que llegó a ser en 1832 ministro en el gobierno liberal moderado de Cea Bermúdez, fue cesado del cargo por ser demasiado radical: ¿Cómo imaginar que alguien tan contrario al absolutismo estuviera dispuesto a luchar y morir en Ayacucho sólo para que Fernando VII tuviera más súbditos a los que sojuzgar?.



Centrándonos en la batalla en si, cuando esta se inicio los españoles bajaron del cerro para pelear en una situación mucho más desventajosa, ¿donde se ha visto eso?. Es más, observando el mapa de la batalla, y suponiendo que no sabemos a que bando pertenece cada despliegue...¿Cuál es el que tenía más oportunidades?. ¿El que es superior numéricamente, ocupa una posición privilegiada, y está en disposición de embolsar al otro por los flancos...o el otro?.

Cuesta creer que militares tan veteranos como La Serna y Canterac (participes de la guerra de la independencia española contra Napoleón, como también muchos generales "patriotas") se condujesen con tanta ineptitud, y que a pesar de su derrota consiguieran una capitulación tan generosa.

Finalmente, como indique en un principio, el oleo de la batalla de Ayacucho muestra a unos firmantes impecables y si no fuera por el titulo no se notaria que ha habido una batalla trascendental. Como opuesto se puede observar la pintura de la rendición mexicana en San Jacinto ante las fuerzas separatistas texanas de Samuel Houston.

los protagonistas (de la Batalla de Ayacucho) guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, sólo podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos.

Fuentes:
- El Gran Capitán - Historia Militar.
- Wikipedia - Batalla de Ayacucho.
- Juan Carlos Losada - Batallas decisivas de la Historia de España.

08 diciembre 2007

La Inmaculada Concepcion y el 8 de diciembre

Hace poco recordé una entrada que lei hace algunos meses en un blog que siguo frecuentemente, y siendo hoy Dia de la Inmaculada Concepción he creido conveniente retratar aquí su peculiar historia.

Era 7 de Diciembre y el "Tercio de Zamora" a las ordenes del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla, durante la Guerra de Flandes, trataba de defenderla isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, en plena tierra de herejes, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante holandes Holak. El bloqueo se estrechaba cada día más y se agotaron los víveres y las ropas secas. Son obligados a retroceder hasta verse atrapados en una pequeña porción de tierra completamente rodeada de agua.

El almirante Holak propuso entonces una rendición honrosa, pero la respuesta española fue clara: "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos". Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

Los españoles se aprestaron a la defensa del sitio y comenzaron a cavar trincheras, en ese momento, uno de los soldados, mientras cavaba, halló un extraño objeto. Se trataba de una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Todos quedaron muy sorprendidos con el hallazgo y colocando la imagen en un improvisado altar, rezaron a su alrededor y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada.

Entonces ocurrio el milagro, en horas de la madrugada del 8 de Diciembre, un viento completamente inusual e intensamente frío hizo que las aguas del río Mosa se helaran completamente. Los soldados españoles no lo dudaron un instante y marchando sobre el hielo atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer, aprovechando que los holandeses aún dormían.

El tercio de Zamora logró destruir 10 navíos y hacer una gran cantidad de prisioneros. Obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir:
"Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro".

Desde aquella fecha, la Inmaculada Concepción es patrona de los tercios españoles y posteriormente de la infanteria. Este patronazgo se consolidaría después que en la bula "Ineffabilis Deus" del 8 de diciembre de 1854, se proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima y también es una de las razones por las que el 8 de Diciembre es el día de la Inmaculada Concepción.

Fuentes:
- Historias con Historia, "Tal parece que Dios es español".
- Wikipedia, "Milagro de Empel".


07 diciembre 2007

"Sólo el APRA salvará al Perú" (II)

Desenlace trágico de los sucesos ocurridos en Huaraz debido al levantamiento aprista de 1932.

El Ejercito atacó Huaraz a las tres de la tarde del lunes 19. Doce días habían transcurrido desde que la revolución estallara en Trujillo y para entonces el mayor López Mindreau sabía ya que el suyo había sido un paso en falso. Los rebeldes del Callejón de Huaylas no tenían noticias de de la fuerza aprista que había huido a las montañas; pero la aviación había arrojado volantes y periódicos trujillanos sobre Huaraz, de modo que se difundió así la suerte adversa del movimiento. López Mindreau no podía rendirse. La capitulación no entraba en las reglas impuestas por Sánchez Cerro desde el comienzo de su mandato, sólo el paredón. Organizó, pues, la defensa de Huaraz como quien tira los dados por última vez. Si rechazaban el ataque, otras tropas volverían a la carga. Eso tal vez, les daría tiempo de huir.

Del otro lado, las perspectivas eran distintas. "Ayer llegué a Callán con todo el destacamento y pude darme cuenta de que el triunfo era nuestro", escribió el teniente Alfonso Llosa, "pues el espíritu de nuestros oficiales, de la tropa y de la Guardia Civil era excelente..." Y luego: "Desde que llegamos a Callán se acercó a nosotros gran cantidad de indígenas que formaron militarmente, ofreciendo sus servicios para restablecer el orden. Debo hacer presente la forma encomiable como han cooperado estos hombres, sirviendo de conductores a nuestra impedimenta, como arrieros y guías sobre todo. En su condición de agentes de enlace han prestado útiles servicios, por lo que estamos muy agradecidos."

"Las tropas iniciaron su ataque, lanzándose hacia sus posiciones de asalto y comenzando el descenso a las 3:30 pm. A las 5:30 pm. se abrieron los fuegos de parte de nuestros elementos de avanzada, siendo contestados por disparos de los apristas, quienes al mismo tiempo, lanzaron petardos de dinamita para volar el puente, obteniendo solo deteriorarlo ligeramente."

Pese al fracaso sufrido por los rebeldes, que no pudieron destruir el puente, el combate continuo con creciente intensidad desde ambas riberas. El mayor Lazo, que comandaba las tropas, ante la imposibilidad de atravesar el puente, defendido con una intensa fusilería, despachó dos compañías con la misión de vadear el río en un punto situado a tres kilómetros de distancia, con el propósito de atacar de flanco a los rebeldes. Pero una hora después de haber enviado a los soldados del 3ero de Infantería, un enlace anunció que habían sido detenidos por los apristas. No había forma de cruzar el río.

A las diez de la noche, un subteniente armado de una ametralladora y acompañado de una sección, se lanzó a través del río, logró vadearlo y cayó de sorpresa sobre la retaguardia de los rebeldes. Al mismo tiempo, el alférez de la Guardia Civil, Rafael Serrano, en un arranque casi suicida, cruzó el puente disparando rabiosamente su revólver. Sus hombres, enardecidos por el ejemplo, lo siguieron. Cogidos así entre dos frentes, los apristas huyeron hacia la ciudad.

Media hora después, las tropas entraban en Huaraz. hubo un intenso tiroteo en las calles, pero a la medianoche los rebeldes habían desaparecido. En efecto, el mayor López Mindreau había tomado de rehenes al prefecto, al subprefecto y a otros trece prisioneros políticos que estaban en la cárcel. Con ellos y medio centenar de revoltosos, huyó hacia Yungay. Pero allí también la resistencia se desmoronó y los apristas dejaron en libertad a sus rehenes y se escondieron en las haciendas.

Al día siguiente el mayor Lazo dispuso una edición extraordinaria de "El Departamento" dando a conocer "Los Crímenes del APRA" y organizó una búsqueda de los fugitivos. Las comunidades ofrecieron su cooperación en esta cacería humana, así como los civiles partidarios de Sanchéz Cerro a quienes se proporcionó armas. A las 4 de la tarde, malherido, el mayor López Mindreau fue capturado en la hacienda Canyasbamba por una partida de estos voluntarios.

Toda resistencia había terminado antes de que se cumpliera 48 horas del ataque del Ejercito. Se daría paso a los juicios y sentencias.

A la medianoche del 4 de agosto se reunió la Corte Marcial de Huaraz. Dos horas y media después, todos los encausados menos cinco, fueron a escuchar sentencia. Estos cinco eran los condenados a muerte que estaban en poder del Gobierno, ya habían sido informados de su suerte hacía un rato: serían fusilados al amanecer.

De los condenados a muerte, el doctor Phillips dijo que deseaba hacer un testamento en el cual escribió: "Mas que bienes materiales dejo a mi esposa e hijos los votos que mi muerte sea un augurio del porvenir. No tengo otro delito que mi ideología aprista, a la que no renuncio ni en estos momentos supremos. Quiero que mi cadáver sea incinerado y que mis cenizas se depositen en un frasco que tenga como leyenda mi nombre y la frase "Solo el APRA salvará al Perú". Este frasco deberá guardarse en el local del Comité Aprista de Huaraz cuando pueda funcionar".
El cabo Torres pidió autorización para contraer matrimonio con su conviviente. La Corte le otorgó el permiso. Una sección salio a buscar a la pobre mujer. La llevaron juntó a él y lloró. Tenían un hijo.
El mayor López Mindreau permanecía en el hospital de Belén. Tenía cuatro costillas fracturadas, un desgarramiento de la pleura y hemorragia interna. no pestañeo al saber que lo iban a ejecutar. Hacía algunas horas que estaba muriendo. Dictó débilmente su testamento y comulgó ayudado por las religiosas del hospital.

Llegada la hora de la ejecución el triste cortejo salio de la iglesia. El frío era intenso, pero varios centenares de personas se habían reunido para ver pasar a los condenados. Llevaban en una camilla al mayor López Mindreau. Quiseron pararlo en el paredón pero el vacilante militar se desplomó. Estaba casi agonizando y tuvo que ser sentado cerca del sitio reservado para su ejecución. Los cuatro restantes se tomaron de las manos y avanzaron así al paredón. Phillips dio vivas al APRA y el cabo Torres pidió a los soldados que apuntaran bien.

El alférez que dirgía la ejecución se llevó la mano derecha al quepís, saludando militarmente al mayor López Mindreau. Luego gritó: "¡Fuego!". El mayor López Mindreau dio una voltereta, las balas le habían destrozado la cabeza, los otros se desplomaron, todavía con los brazos entrelazados. El alférez les descargó el tiro de gracia.

Una hora después empezó la pugna de los familiares con las autoridades para que les fuesen entregados los cadáveres. el Ejercito se encargó del sepelio del mayor López Mindreau y del teniente Soto. El cabo Torres fue enterrado gracias a una colecta hecha entre la tropa de Huaraz. Phillips y el español Alonso fueron sepultados en Huaraz.

Ese sería el triste final de la rebelión aprista en Huaraz, 1932. Pero ese año aún no había terminado, y aun quedaba una de las grandes ciudades del norte, también bastión aprista. Pero Cajamarca tendría su propia historia.


*Basado en: "El año de la barbarie, Perú 1932" - Guillermo Thorndike

06 diciembre 2007

"Sólo el APRA salvará al Perú" (I)

Una breve historia alrededor de esta frase y de los desdichados sucesos ocurridos alrededor de los diez primeros años de vida del partido politico más tradicional del Perú: El APRA.

Corria el año de 1932, hace no mucho tiempo que el dictador Augusto B. Leguía había sufrido un golpe de estado derribandolo del poder, postrandolo en la cama de un hospital militar donde pronto la muerte lo encontraría. Su golpista, Luis Sanchez Cerro se haría con el poder tras ganar discutiblemente las elecciones siguientes derrotando al candidato aprista y fundador del partido, Victor Raúl Haya de la Torre. Pronto el descontento aprista se haría sentir, especialmente en el norte del Perú.

Poco mas de una semana habia durado la revolución de Trujillo, desde el 6 de julio, y las fuerzas apristas se batían en retirada de su sitiada ciudad, no habían podido capturar el puerto de Salaverry ni el material bélico que ahí se encontraba, más aún, no habían podido obtener un pronunciamiento favorable del resto de ciudades a tiempo y los actos violentos perpetrados contra la guarnición militar cautiva derivó en una enérgica reacción de las tropas oficiales, que avanzaban desde Lima, dispuestas a aplastar la rebelión. Pero las noticias no llegaban a tiempo al resto del país.

El día miércoles 13 de julio, el mayor Raul López Mindreau recibió la confirmación que estaba esperando: había estallado la revolución en Trujillo y los apristas, en un violento combate librado en La Floresta, habían derrotado a las tropas enviadas desde Lima. López Mindreau era jefe provincial de Cajabamba y se encontraba en Huaraz para dirigir la sublevación. Se puso en contacto con los apristas locales: esa noche se sublevarían plegándose al movimiento de Trujillo. El plan era sencillo: capturar por sorpresa a las autoridades con el concurso de alguna tropa de la Guardia Civil, organizar en el rio la defensa de Huaraz y conseguir el pronunciamiento favorable de los pueblos del Callejón de Huaylas. Más tarde uniría sus fuerzas con las victoriosas huestes apristas de la costa. López Mindreau estaba seguro del éxito, no tenía ni la más remota sospecha que en ese momento deponían toda lucha los últimos focos de resistencia aprista en Trujillo.

En la madrugada del jueves, el mayor López Mindreau capturó un déposito de la Comandancia y vistió de soldados a sesenta apristas. Sublevó luego a la Guardia Civil, arrestó a todas las autoridades, armó con fusiles a un centenar de los suyos y al romper el día. Huaraz supo que hasta allí había llegado la revolución. No se había disparado un tiro.

López Mindreau esperaba que su pronuncimiento arrastrara a otras guarniciones a la rebelión. Imaginaba que los apristas se habían hecho fuertes en Cajamarca y La Libertad, con lo que la Primera Division del Ejercito quedaba separada totalmente de Lima. Controlando el Callejón de Huaylas, él podía enviar un pequeño ejercito a la costa y llevar la insurrección casi a las mismas puertas de Lima. Pero el militar no contaba con el derrumbe aprista en Trujillo, la efectividad de la aviación, que entraba en acción por primera vez en el Perú, y con la decisión de Sánchez Cerro de defenderse a cualquier precio. A la mañana siguiente, cuando, dueño de Huaraz, el mayor López Mindreau se sentía victorioso, las noticias llegaron a la Costa y se impartían ya las ordenes para combatir la nueva rebelión. La suerte del desafortunado oficial estaba echada.

Las tropas desembarcadas por el "Perené" marcharon de Casma a Punta Callán sin ser hostilizadas por los revolucionarios de López Mindreau. Soldados y guardias civiles integraban esa pequeña fuerza que debía aplastar la rebelión en el Callejon de Huaylas. Los campesinos ayudaron a las tropas, sirviendoles de guías y cargadores. Entretanto los pueblos de Caraz y Yungay se habían pronunciado a favor del movimiento y el mayor López Mindreau controlaba completamente la ciudad de Huaraz, donde se había apoderado de todos los servicios y hecho encarcelar a las autoridades. Pero estaba incomunicado del resto del país.

*Basado en: "El año de la barbarie, Perú 1932" - Guillermo Thorndike